1 día y 2 noches para toda la vida
Hacía mucho que no
sentía esa cosa tan agradable que muchos llaman felicidad. Pero, para ver el
arcoíris primero ha de llover.
No será tarea fácil
borrar de mi recuerdo esos momentos que fueron el comienzo de algo nuevo.
Esos días la
libertad corría por mis venas y lo único que pedía mi cuerpo era que le diera
energía para seguir viviendo.
Viernes noche: las
bachatas y las salsas se hacían dueñas del lugar, mientras la bebida no dejaba
de llegar a mis manos. Aunque sinceramente, yo solo quería bailar, solo quería
ser yo y olvidar todo lo que quedaba atrás.
Lo cierto es que te
había visto varias veces esa noche, pero siendo que no es lo mismo ver que
observar no fui consciente de ello hasta recordarlo días después.
Por un momento todo
era borroso, mis pensamientos sonaban más fuerte que la música en mi cabeza. Y
de repente todo se disipó, volví a escuchar la música y te veía nítidamente
enfrente de mí. Ni corta ni perezosa acepté tu propuesta de baile con una gran sonrisa.
Aquí surgieron las
primeras palabras, junto a los primeros pasos de baile. Asimismo aparecieron
las primeras de muchas risas. Unas cuantas canciones bastaron para saber que no
dejarías que me volviera a sentar sola.
Sábado noche: te
miro y como una adolescente enamorada, las ganas de darte un beso se hacen
irresistibles. No sé si dormías de verdad o no, solo sé que me habría quedado
toda la noche mirándote. Rato después, las risas se extendieron hasta la
madrugada, así como los besos y las caricias. Resulta raro recordarlo, estando
a tantos kilómetros de ti, pero a lo largo de la noche tenía un pensamiento que
se había vuelto permanente ¿Cómo puede ser esto tan romántico? A parte de eso,
había algo en mi interior que me decía que había algo especial, no podía
describirlo, pero yo sabía que era especial.
Los ojos son el
espejo del alma y cada vez que nos mirábamos desnudabas mi alma, provocando así
nerviosismo y timidez en mí. Cada beso, provocaba un cosquilleo a mi sentir.
Cada sonrisa, era una ventana que iluminaba con fuerza haciendo que la
oscuridad desapareciera.
Domingo al medio
día: me giro y me encuentro con tu mirada; torpemente lo único que consigo
hacer es sonreír, sonrojarme y huir. Las despedidas no son fáciles, no fue
fácil ver cerrar la puerta del taxi y así despedirme del mejor fin de semana de
mi vida.
Gracias por
compartir un pedacito de tu vida conmigo, por hacerme reír, por esas charlas
que se alargan hasta la madrugada, gracias por sacarme a bailar.
Te quiero.
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