Noche de pesadillas
Entre vuelta y
vuelta, encogida por el frío, toda una noche sin poder dormir, con la persiana
completamente bajada ni una gota de luz se colaba por la ventana. Las paredes,
aunque amarilla, entre tanta oscuridad se veían negras. El silencio se
encontraba sepulcral, nadie hacía ruido, ni un solo ronquido, todos permanecían
dormidos, excepto yo.
Mirando fijamente al
interruptor de la luz que hay en la pared, veo cómo empiezan a ondear líneas de
colores fucsia, rojo y verde que crecen, como si estuvieran trepando, para
llegar al techo. Incrédula, parpadeé fuertemente los ojos. Al abrirlos esas líneas
serpenteantes habían desaparecido, extraña de mí solo pensé que una vez más mi
imaginación y la falta de sueño me habían jugado una mala pasada. Para no
pensar más en ello pienso que lo mejor es girarse hacia el otro lado. Mantengo
los ojos cerrados, no por mucho tiempo, intentando conciliar el sueño. Al
abrirlos noto cómo una sombra se mueve por la habitación. No puedo hacer más
que abrir los ojos a la vez que mi respiración se vuelve agitada. Trato de
pensar que de nuevo, entre tanta oscuridad, se trata de algo simple de mi
imaginación. De pronto, se escucha suavemente cómo una puerta se abre. Sin
embargo, ninguna luz se enciende ni se escucha ningún paso. Prestando más
atención, noto una suave brisa chocando en mi cara, ante esto intento ver si la
ventana está abierta. Pero descubro que no puedo moverme, estoy totalmente
paralizada. Altamente angustiada mi respiración se vuelve cada vez más agitada.
Centrada en intentar moverme, veo parcialmente la silueta de una mano subir
desde el suelo. Cada vez puedo respirar menos, y lo único que puedo mover son
mis ojos. De repente un fuerte olor a incienso inunda la habitación.
Nerviosamente mantengo la mirada fija en la mano, que poco a poco se va
acercando cada vez más y más a mí. Sube lentamente por mi brazo, casi
imperceptible al tacto, hasta llegar a mi hombro, donde se detiene por unos
segundos. Definitivamente, se corta mi respiración, ya no puedo inhalar ni
exhalar. Parpadeo y al borde de mi cama veo una cara. Aunque está totalmente
oscuro su cara parece tener una leve luz propia y consigo verla en tonos
grisáceos. Tiene aspecto de anciana con varias arrugas en la frente, los ojos y
cerca de la boca. Lleva el pelo suelto y rizado, camuflándose este con un velo
como el que llevan las novias, con la particularidad de que este es totalmente
negro. Por unos instantes nos miramos a los ojos, entonces me sonríe con maldad
en su mirada. Las lágrimas están a punto de brotar a mis ojos y al mismo tiempo
noto cómo mi cuerpo pide desesperadamente oxígeno.
Un parpadeo hace que
todo desaparezca y por un breve instante puedo volver a respirar pero, al
siguiente parpadeo…su cara está a centímetros de la mía, me sujeta el cuello
sintiéndose un gran cosquilleo, como si algo me invadiera por dentro. Intento
moverme pero nada funciona hasta que al fin algo me da esperanzas, puedo mover
los dedos de los pies. En lo que mi cerebro procesa que necesita moverse la
anciana comienza a gesticular palabras que no entiendo, acercándose poco a poco
a mí. Cuando su nariz rozó la mía, conseguí mover mi brazo derecho seguido de
un grito de desesperación. Pero ella desapareció.
Al siguiente
parpadeo todo estaba como al principio, estaba prácticamente asfixiándome. Me
senté en la cama, encendí la luz, mirando a todas partes todo estaba normal.
Busco mi móvil debajo de la almohada y veo que solo han pasado 20 minutos desde
la última vez que lo miré. Totalmente confusa pensé ¿Cómo es posible que hayan
pasado tan solo unos pocos minutos? De repente, noté esa brisa que me era tan
familiar, esta vez en el cuello, como si alguien soplara suavemente hacia mi
nuca. A punto de llorar y prácticamente temblando me giré pero, no encontré
nada. Aliviada exhalé cerrando los ojos y llegando a marearme un poco. Aún se
me dificultaba la respiración.
Esa noche no pude
volver a dormir. Hasta las 6 de la mañana, que mis ojos vieron la luz natural
del día, no me pude sentir en paz conmigo misma. Por fin pensé que con los
rayos de sol invadiendo mi habitación todo mal o cualquier tipo de imaginación
negativa se desvanecería.
Ilusa de mí, quise
creer demasiado en esa idea…
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