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1 día y 2 noches para toda la vida

Hacía mucho que no sentía esa cosa tan agradable que muchos llaman felicidad. Pero, para ver el arcoíris primero ha de llover. No será tarea fácil borrar de mi recuerdo esos momentos que fueron el comienzo de algo nuevo. Esos días la libertad corría por mis venas y lo único que pedía mi cuerpo era que le diera energía para seguir viviendo. Viernes noche: las bachatas y las salsas se hacían dueñas del lugar, mientras la bebida no dejaba de llegar a mis manos. Aunque sinceramente, yo solo quería bailar, solo quería ser yo y olvidar todo lo que quedaba atrás. Lo cierto es que te había visto varias veces esa noche, pero siendo que no es lo mismo ver que observar no fui consciente de ello hasta recordarlo días después. Por un momento todo era borroso, mis pensamientos sonaban más fuerte que la música en mi cabeza. Y de repente todo se disipó, volví a escuchar la música y te veía nítidamente enfrente de mí. Ni corta ni perezosa acepté tu propuesta de baile con una gran sonrisa.

Tú y yo

Imagen
Sonando the time, de los black eyed peas me despierto mareada, sin saber dónde me encuentro. Mirando a mi izquierda me encuentro con una piscina gran piscina iluminada en varios colores, con muchas hamacas vacías. Confusa entre la oscuridad y las sombras, me giro a la derecha para chocarme con tus labios. En seguida, una expresión de sonrisa se dibujaba en mi cara. Cerrando suavemente los ojos, respiraba hondamente la brisa del mar. Sintiendo una inmensa paz. Únicamente un abrazo tuyo sería lo que me haría despertar. Abriendo los ojos de nuevo, has desaparecido. Ya no hay olor a mar, las luces y la piscina ya no están. Un mundano sueño junto a mi imaginación me jugaron una mala pasada. Ahora solo veo mi habitación, iluminada por las farolas que se reflejan a través de la ventana. De pronto, un tin del móvil desvía mi mirada hacia el mismo. Es un whatsapp tuyo en el que me deseas los buenos días, a pesar de que aún son las 4 de la madrugada. Aturdida te contesto un simple hola.

Historias de Santo Domingo

No sabía que ser feliz sentaba tan bien. Pero lamentablemente para conocer la felicidad, también hay que vivir momentos de amargura. Esos momentos en los que sabía que no volvería a verte más. Me hago la desagradable, sabiendo que tengo el corazón hecho añicos. Los días en la playa no son fáciles de olvidar, la libertad recorría mis venas y mis ganas de vivir la vida era lo único que quedaba grabado en mi cerebro. Era viernes por la noche, con grandes expectativas mi hermana y yo esperábamos triunfar esta noche en la discoteca. Sinceramente, solo queríamos bailar y pasarlo bien. Las bachatas y las salsas sonaban, y las bebidas no dejaban de llegar a nuestras manos. Pronto encontramos un nuevo pasajero a nuestra aventura, Mario, que rápidamente se enganchó a mi hermana. Sin embargo, como 3 amigos de toda la vida reíamos y bailábamos en nuestro rincón. Por un momento, no podía pensar en nada, sentada en una butaca y apoyada en la pared todo era borroso. Mi hermana y Mario se habí