Piedras en la ventana

No puedo parar de dar vueltas en la cama, esta almohada es demasiado incómoda. ¡Puta basura barata! Sin embargo la tranquilidad de la noche me da un margen en lo que es la ajetreada vida para reflexionar. Todo está oscuro, la única luz que mis ojos distinguen es la franja que se cuela por las persianas que proviene del patio de luces.
Tic tic, tic tic. Escucho ese sonido que me altera, parecen piedras en la ventana. Decido no pensar en ello, será el viento, me digo a mi misma para quitarme esa preocupación de encima. Siempre he tendido mucho a la imaginación y en este caso no podría salir nada bueno de ella.
Mi mente se sumerge en los proyectos del mañana, todo lo que puedo hacer que no hice ayer. Pienso en esas frases que una y otra vez nos dicen los triunfadores, el éxito se alcanza con el esfuerzo. Es curioso, el hecho de que si no triunfas te dicen en la cara que no te has esforzado, cuando es posible que hayas sido el que mas empeño haya puesto en lo suyo. Pura suerte, y lo gracioso es que los únicos que dicen que con esfuerzo se llega al éxito son los que han triunfado, ninguno de los que se ha quedado por el camino escucho que lo diga. Pobres desgraciados, algún día se darán cuenta de lo cruel que es la vida en muchos sentidos.

Tic tic. ¿Pero qué narices es ese maldito ruidillo en la ventana? Mi mirada antes perdida en la oscuridad de mi habitación se desvía al instante hacia la ventana y no me podía creer lo que estaba viendo. Un ojo. De la nada, apareció un ojo. Parpadeé 2 veces para asegurarme de lo que estaba viendo. Por suerte solo era mi estúpida imaginación que me había jugado una mala pasada. Aunque no pude evitar encender la luz general y cuando lo hice me sentí más aliviada que nunca. Ya que, no había nada en la ventana, todo estaba normal y en su sitio. Apagué la luz y me volví a sumergir en la oscuridad. Trataba de cerrar los ojos y no pensar en nada, pero ese ojo se colaba entre mis pensamientos. Así que decidí coger el móvil y jugar al quiz up, un estúpido juego de preguntas en el que nunca gano, pero es un buen entretenimiento.

Pasados unos minutos estoy absorta en el juego sin una gota de sueño, es increíble la tenacidad que tenía para seguir jugando a pesar de las 3 partidas seguidas perdidas.

Tic. ¿Por qué esas jodidas piedras en la ventana iban de más a menos?
De pronto una sombra que antes no estaba era iluminada por mi móvil y al parecer estaba detrás de mí. Pero anterior a mí solo está la pared así que no puede ser posible. Sentí un enorme sudor frío caer por mi frente y con todas mis fuerzas luchaba por no temblar y entrar en estado de pánico. Encendí la luz y no había nada, otra vez mi fantástica imaginación me la había jugado. Con mis pensamientos totalmente enfocados en la puerta me olvidé completamente de la ventana. Que sin más se abrió y por ella empezó a asomar una mano. Me senté en la cama, preparada para huir o luchar si era necesario. Esta vez la luz permanecía encendida y no podía ser cosa de mi imaginación.


Reconocí el cuerpo de un hombre, un puto hombre colándose por mi ventana. Tenía ganas de gritar, correr, ir a por la sartén y pegarle lo más fuerte que pueda. Pero cuanto más avanzaba la figura empezaba a reconocerla. Imposible, era mi novio. ¿Qué coño estás haciendo? Le pregunté yo. Una vez dentro me respondió, solo quería darte una pequeña sorpresa mi amor. ¿Una sorpresa o matarme de un infarto?
No sé cómo lo hizo pero enseguida se me pasó el enfado y todos mis temores al estar abrazada junto a él en la cama. Tras varios besos, decidimos que estábamos demasiado cansados para algo más. Y en sus brazos dormí felizmente y a salvo. Felicidad que poco duraría.

Otra vez estaba incómoda, qué asco de cama. Abrí los ojos y lo que me encontré a mi lado es la peor cosa que puede ver una persona normal en su cama por la noche. ¿Dónde está mi novio? ¿Por qué estoy viendo una cosa con tanto pelo y la cara roja? Puede que mi mirada fuera lo que despertara o que simplemente esta almohada era un asco. Pero esa bestia abrió los ojos, miró fijamente los míos y en una sonrisa me desveló una gran hilera de colmillos. Simplemente grité.

Entre sudores y lágrimas me desperté, estaba confusa y empapada, empapada de miedo. Encendí la luz y no había nada. Estaba sola en la habitación y todo estaba como siempre, todo menos yo. Era un mar de lágrimas y me sentía destrozada por dentro. Todo había sido una amarga pesadilla. Ahora era la luz del sol la que se colaba por las persianas, debían ser las 6 de la mañana ya. A la luz del día, las pesadillas desaparecerían. Traté de calmarme, cerré los ojos y empecé a meditar para conseguir que el sueño y la tranquilidad volvieran a mí.


Y en el silencio de la casa volví a escuchar el tic tic que ya me era familiar. No, por favor. Otra vez no dije en voz alta mientras sollozaba.

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